domingo, 8 de noviembre de 2015

Crónica de Mamá Ladilla + Juanma Ruiz: vinieron callados, se fueron ruidosamente

Juanma Ruiz, telonero de gran calidad / Joaquín MR
Diez de la noche, las puertas de la sala se abren. Al interior pocas almas se asoman, todos sabemos que las bandas tardarán al menos una hora en subir al escenario. Los espectadores en la calle apuran sus cigarrillos mientras que alguno, deseoso de calentarse un poco el gaznate antes del concierto, se acerca a la barra en busca de “agua de centeno”. La música, aunque ruidosa, permite las conversaciones. Todos nos conocemos, al menos de vista; todos hemos estado en algunos conciertos anteriores, con otros grupos, compartiendo sudor, saltos, pogos (u ollas, según se diga) y cerveza desparramada.

Pasa una hora y se terminan los cigarros y las conversaciones. El público empieza a entrar en la sala, casi al mismo tiempo que el telonero sale al escenario. Juanma Ruiz parece tranquilo, calmado, como si a él no estuvieran dirigidas todas las miradas. ¿Será por qué está haciendo lo que más le gusta, tocar la guitarra? Él no las tiene todas consigo, sabe cuál es su papel y lo dice tras la primera canción, una versión de Bon Jovi en la que tocaba tres instrumentos con solo uno, su guitarra: “Yo sé cómo va el organigrama de esto y me voy a ceñir a lo mío. Aunque os digo que no por terminar yo antes, Mamá Ladilla comenzará antes”. Palabras humildes para un músico que, al comenzar a tocar, ya había demostrado calidad por los cuatro costados. Pero lo mejor estaba por llegar.


Versiones de canciones conocidas como Billie Jean, en las que toca guitarra, bajo y voz con su guitarra a la vez, dan paso a canciones propias en las que parodia el refranero popular, las frases para dejar a tu pareja o hace homenajes a grupos míticos como ACDCJuanma Ruíz es un torbellino en el que puedes pasar de escuchar una canción archiconocida tocada solo en guitarra a una canción paródica, pasando por un chiste o unas bromas con el público que, la verdad, se agradece.

Llegó callado, casi tímido, y se marchó con una ovación bastante contundente del respetable. Y no es para menos. Él solo hizo lo mismo que pasaría con el grupo “principal” de la noche.

Los componentes de Mamá Ladilla: Sergio González (izquierda)
y Juan Abarca (derecha) / Joaquín MR
La misma calma vimos cuando Mamá Ladilla apareció en el escenario. Juan Abarca y los suyos fueron entrando tranquilamente mientras el público aplaudía. Pero era todo muy calmado con respecto a lo que nos iban a ofrecer. Los directos del grupo se caracterizan por no parar. Las canciones se suceden unas con otras sin darte tiempo a calmar tus pulsaciones. Pero el público, hay que reconocerlo, estuvo frío al principio. Aunque la banda ponía todo su empeño (comenzaron con varios clásicos de su repertorio como Janfri Güein, ¡qué menos!), el público tardó en saltar, gritar y cantar como es debido hasta la mitad del concierto.
Mamá Ladilla en un momento del show / Joaquín MR

Eso sí, en cuanto desapareció la vergüenza inicial general, el concierto se convirtió en una locura hasta el fin. Canciones de sus discos más conocidos se superponían con sus últimos éxitos y canciones de su nuevo álbum, Coprofonía. Una locura que, excepto en pocos momentos, no desapareció hasta el bis. Un bis tocado al principio acompañados de Juanma Ruiz y cerrando solo la banda.




Salimos de la sala cansados. Cabizbajos por las horas pasadas disfrutándolo todo que, creáis o no, pasarlo tan bien cansa. Pero salimos sonrientes. Habíamos pasado una noche magnífica de diversión y risas. Ahora era el tiempo de comentar la jugada, disfrutar de la conversación y reencontrarnos con los amigos que habíamos perdido en el vorágine de la sala. 

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